Miguel Hernández

El pastor poeta nacía el 30 de octubre de 1910 en Orihuela (Alicante)

“Por las calles voy dejando, algo que voy recogiendo: pedazos de vida mía, venidos desde muy lejos. Voy alado a la agonía, arrastrándome me veo, en el umbral, en el fondo, latente del nacimiento.”

Miguel Hernández

Poesía sentida y crítica de una sociedad y de un país que se partía en dos por un golpe de Estado y que acabo con el autor de Orihuela en la cárcel. Un personaje ignorado por el poder durante años, leído al escondido por sus seguidores y por quienes querían saber de él y de sus escritos. Descubrí al escritor a través de un profesor de mi colegio que nos acercó a su obra leyendo aquellos “vientos del pueblo” que nos llevaban a entender que era otra la historia, que eran otras las narrativas y que la versión oficial no era más que una interpretación terciada de los hechos escrita, como casi siempre, por los vencedores.

“Si me muero, que me muera con la cabeza muy alta. Muerto y veinte veces muerto, la boca contra la grama, tendré apretados los dientes y decidida la barba. Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas.”

Pienso que sus cantos a la tierra y al pueblo marcaron un antes y un después en la literatura popular

“Jornaleros que habéis cobrado en plomo sufrimientos, trabajos y dineros. Cuerpos de sometido y alto lomo: jornaleros.

Españoles que España habéis ganado labrándola entre lluvias y entre soles. Rabadanes del hambre y del arado: españoles.

Esta España que, nunca satisfecha de malograr la flor de la cizaña, de una cosecha pasa a otra cosecha: esta España.”

El pastor autodidacta recogió sus propias sensaciones, las de un joven de provincia que veía el mundo ante sí y no compartía lo que ese mundo reflejaba.

“Tristes guerras, si no es amor la empresa. Tristes, tristes.

Tristes armas, si no son las palabras. Tristes, tristes.

Tristes hombres, si no mueren de amores. Tristes, tristes.”

Gritó a la vida, a la tierra y a sus gentes. También llamó la atención a la juventud para que no se quedara inmóvil y ajena

“Sangre que no se desborda, juventud que no se atreve, ni es sangre, ni es juventud, ni relucen, ni florecen. Cuerpos que nacen vencidos, vencidos y grises mueren: vienen con la edad de un siglo, y son viejos cuando vienen.”

Un poeta generoso y luminoso, como lo definió Neruda, que murió el 28 de marzo de 1942 en la cárcel de Alicante, pero al que ya habían condenado a muerte dos años antes. Este año se conmemoró el setenta y cinco aniversario del fallecimiento del poeta amigo de sus amigos a los que lloraba sin tapujos

“Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida.”

Imagen del documental de La 2 de RTVE

Pueden visitar la página de su fundación, la Casa Museo Miguel Hernández en su pueblo natal o el Centro de Estudios Hernandianos en la misma localidad. También pueden visionar el documental que en 2010, año hernandiano por el centenario de su nacimiento, estrenaba La 2 de Televisión Española. Con guion y dirección de Pedro Carvajal sobre una idea de Alfonso Guerra, con la voz de José Luis Gómez en sus poemas, con las canciones que le dedicaran Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez y los dibujos de Miguel Lasangre. Hernández fue, como afirma en esa obra el catedrático de literatura José Carlos Rovira, un “modelo literario de la literatura universal”.

“Pero tu sangre escarchada de azúcar, cebolla y hambre”

Era Miguel “un chiquillo menor que un grano de avena”, un niño yuntero que se agigantaba como poeta comprometido y rebelde que hoy sería un activista por la justicia social.

Creo que es pertinente y oportuno evocar el nacimiento de ese escritor al que el premio Nobel chileno pedía no olvidar porque «Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor.»

Me duele Cataluña

Y también Catalunya y España. Apesadumbra ver a un país enfrentando a sus territorios y a sus gentes a elegir entre ese nefasto “o conmigo o contra mí”, olvidando los matices e ignorando las otredades.

No creo que las personas que gobiernan la comunidad autónoma catalana ni las que gobiernan el Estado español sean ejemplo de democracia y honradez. Por lo que es más duro si cabe que sean quienes buscan el enfrentamiento civil sin pensar en las consecuencias.

Portada del libro de Forges sobre la Constitución

Para titular este artículo me he sentido como un redactor de El Jueves, esa revista que aparece los miércoles. Lo digo porque tenía muchos titulares pero debía elegir uno sólo. Podría también haber encabezado “España, tenemos un problema”, con connotaciones cinematográficas; o “Sensatez”, con un vacío dramático porque, como el sentido común, es lo menos común en estos tiempos, o “Respeto”, con evocaciones futboleras que se quedan en palabra hueca cuando se trata de defender los colores de una bandera o de los billetes.

Finalmente me decidí por el que está. Y lo justifico porque pese a que siempre afirmo no ser de ninguna parte, me duele ver que un pueblo es desautorizado para ejercer su voluntad popular con la excusa de la defensa de una supuesta democracia.

Les recuerdo que en pocos días, 31 de octubre, se cumplirá el trigésimo noveno aniversario de la aprobación por el Congreso y el Senado españoles de la Constitución de 1978 que luego fue respaldada en referéndum por la ciudadanía de todo el Estado, sancionada por un monarca no elegido democráticamente y publicada en el Boletín Oficial del Estado.

No soy licenciado en Derecho y mucho menos me puedo considerar un experto constitucionalista, pero me he leído varias veces ese texto. Y ahora que a los nacionalistas de uno de los bandos enfrentados se les llena la boca apelando a la Constitución, me gustaría hacer un breve repaso de la misma.

El artículo 15 de esa magna carta dice que nadie puede ser sometido a tratos inhumanos o degradantes; el 16, que se garantiza la libertad ideológica; el 20, que se reconoce y protege el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones; el 21 plantea el derecho de reunión pacífica y sin armas sin autorización previa; el 23, que la ciudadanía tiene derecho a participar, directamente o mediante representantes, en los asuntos públicos.

Que yo sepa, España no se encuentra bajo un estado de excepción que justifique la suspensión, como recoge el artículo 55, de los derechos y libertades.

El 56 dice que el rey es el jefe del Estado y símbolo de su unidad, cosa que parece no haber estudiado y mucho menos puesto en práctica.

También dice la constitución, en el 66, que las Cortes Generales, el Congreso y el Senado, ejercen el control del Gobierno. Pero parece que es el Gobierno el que controla esos órganos.

En el 104 se establece que las fuerzas y cuerpos de seguridad tendrán como misión “proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana.” Sin comentarios.

Muy importante el 117, “la justicia emana del pueblo” y es administrada por jueces y magistrados “responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley”.

En estos momentos en el que el país se encuentra a las puertas, ojalá me equivoque, de un enfrentamiento injustificado, no es menos relevante el 137 que declara que “El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses.”

Alguien podría alegar que en el artículo 2 se habla de “la indisoluble unidad de la Nación española”, pero también inicia en el 1.2. afirmando que “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Si Cataluña es parte de ese pueblo y se quieren manifestar sobre su soberanía, pues deberían dejar que se cumplieran los protocolos correspondientes y que lo hicieran.

Pero no, el Gobierno y los partidos estrechos, carcas y conservadores (léase el PP, Ciudadanos, PSOE y similares) se empecinan en ser como el labriego aquel que marchaba en su burro por las vías y ante los avisos del tren le espetaba “chufla, chufla, que como no te apartes tú.”

En el capítulo tercero, sobre las comunidades autónomas, el artículo 147 expresa “los Estatutos serán la norma institucional básica de cada Comunidad Autónoma y el Estado los reconocerá y amparará como parte integrante de su ordenamiento jurídico.”

Una Constitución que reconoce los derechos y libertades de su ciudadanía y que el poder reside en el pueblo, limita todo ello con el rodillo de cierta política. Una Constitución que reconoce el Estado de las autonomías, coarta sus libertades con un artículo, el hoy desgraciadamente famoso 155, que permite actuar al Gobierno si considera que se está atentando contra el interés general. ¿El de quién? Será que el pueblo catalán no forma parte de ese interés.

Así que libertad sí, pero con condiciones. Derechos sí, pero sin excederse. Autonomía sí, pero sin pasarse. Que sí pero no y que ni contigo ni sin ti. En definitiva, la democracia representativa está personalizada en los poderes, y el poder lo tiene el gobierno central. Y de la participación, ni hablemos. ¿Qué es eso del pueblo? “Cero patatero”, que decía aquel otro presidente tan demócrata como el resto.

Es incomprensible ese empeño atávico por la unidad de España. A ver si más adelante se les va a ocurrir querer reunir el antiguo imperio en el que no se ocultaba el sol.

Vivo fuera de España y no puedo decir que me sienta español de la manera que la mayoría entienden esa “españolidad”. Prefiero ser del Sur, pero, como ciudadano con pasaporte del reino de España, me siento con derecho a manifestar, aunque solamente sea por alusiones, que me encuentro más bien avergonzado del sistema, de la mentira de la democracia, de la falta de imparcialidad y estrechez de miras de la mayoría de los medios masivos de difusión de noticias, de la imagen que dan los unos y los otros y de que no se cuente con quien verdaderamente habría de tener la última palabra: el pueblo.

Tengo previsto visitar con mi familia Barcelona y Madrid este fin de año. Quiero mostrarles la riqueza cultural y humana de una tierra diversa y hermosa. Y espero poder hacerlo en calma y sin que los unos me señalen de españolista y los otros me tilden de separatista.

Por eso me duelen un poco Cataluña y Catalunya, y otro tanto España. Por eso creo que se hace tarde para reconocer que existe un problema que no se soluciona coartando libertades, sino dialogando. Tal vez habría que apelar y aplicar sin más demora el título X, de la reforma constitucional.

Nada que celebrar

Abya Yala sigue reclamando su identidad robada.

“¿Dónde están mis ancestros? ¿A quiénes he de celebrar? ¿Dónde encontraré mi materia prima? Mi primer antepasado americano… fue un indio, un indio de los tiempos tempranos. Los antepasados de ustedes lo han desollado vivo, y yo soy su huérfano.”

Esa frase es de un ser humano de los llamados “blancos”. La firmó Mark Twain en la edición de The New York Times del 26 de diciembre de 1881.

Un doce de octubre de hace quinientos veinticinco años un marino sin barco y sin bandera se tropezó con las costas de lo que hoy conocemos como América. Ni siquiera la historia le dio su nombre a su expedición fallida. Al territorio le dio nombre Vespucio. Quería llegar a las Indias por el occidente para encontrar una nueva ruta hacia las riquezas de Asia, pero llegó a lo que llamó otras indias dando inicio a uno de los saqueos y genocidios más grandes de la gran historia de la humanidad. Pero parece que eso se olvida fácilmente. Afirmando que son historias de indígenas, de gente atrasada y sin pasado ni futuro.

Aquel fatídico día fue el comienzo del encubrimiento del otro, tal como establece Enrique Dussel en un libro que debería presidir los despachos de las personas que dirigen las naciones “desarrolladas” y de las que controlan la economía mundial. Fue el arranque de una modernidad basada en la violación y aniquilación de culturas ancestrales porque no eran “progresistas”.

«Nada que celebrar», obra del ilustrador Andrés Nieves

Nada que celebrar. Antes eran conquistadores asaltantes que mataban con una cruz y una espada para evangelizar y esquilmar las riquezas, ahora son empresas explotadoras que exprimen por el beneficio y siguen comiéndose los recursos.

Por eso, cinco siglos y un cuarto después, no hay nada que festejar. No hay motivo para la alegría desbordada, los discursos vacuos y pretenciosos y los parabienes falsos e interesados. Abya Yala no está de fiesta, sus dioses y sus indígenas tampoco. Han sido más de cincuenta y dos décadas de explotación, de las poblaciones y de los recursos naturales. La tierra en florecimiento (una de las aproximaciones en castellano al término kuna) ha sido tan pisoteada y vulnerada que las aguas casi no mojan, las aves sobrevuelan poco, los mamíferos se pierden y las gentes sueñan menos.

Que se llame “el día de la raza”, ¿cuál raza?, o el “día de la hispanidad”, ¿qué hispanidad?, si les robaron sus lenguas y sus culturas, no sirve para tapar la vergüenza de un genocidio del que nadie se debería sentir orgulloso.

En 2016 un grupo de organizaciones sociales en España firmaron el manifiesto “Descolonicémonos” rechazando la celebración del 12 de octubre como fiesta nacional y exigiendo un “reconocimiento a la resistencia, dignidad y soberanía de todos los pueblos que habitan los territorios que han sido colonizados.” Sería mejor poner en práctica lo que ya se hace en Guatemala, Nicaragua o Venezuela, celebrar el Día de la Resistencia Indígena para rendir homenaje a los pueblos y a las culturas que resistieron y resisten a la exclusión, la explotación, la marginación y la indiferencia.

Abya Yala existía desde mucho antes de que el navegante genovés chocara con ella. No fue descubierta, sino invadida y saqueada. Por lo que no hay nada que celebrar ni festejar. 1492 fue el año de entrada a la modernidad a partir del encubrimiento del otro. En este caso, la población indígena del hoy continente americano. Lo que significó no fue un descubrimiento, sino el exterminio de sus gentes y el saqueo de sus riquezas naturales. Se necesita recuperar la “conciencia de sí”. Luchar por la identidad, no dejarse someter por lo que los medios masivos de difusión de noticias imponen: la “normalización”, la homogeneización del pensamiento.

Por eso creo pertinente referir un texto, que dicen ha sido utilizado como discurso por el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, en su alocución ante la reunión de jefes de Estado de la OPEP y también en una conferencia ante la Unión Europea, e incluso que Chávez llegó a usarlo en alguna de sus pláticas, pero que parece ser obra del venezolano Luis Britto García, quien lo publicó en 2003 para criticar esa celebración del 12 de octubre poniéndolo en la voz de un cacique indígena con el título «Guaicaipuro Cuatemoc cobra la deuda a Europa».

Creo que las palabras que transcribo a continuación, y que podrían estar en boca de cualquiera de las personas que, en nuestra América, como la llamara Martí, han padecido y siguen padeciendo la colonización y el encubrimiento; llámense Moctezuma, Atahualpa, Tupac Amaru, Azurduy, Beltrán, Bastidas, Ramírez, la Pola, Bolívar, Hidalgo, Sucre, Artigas; sean quechuas, aymaras, aztecas, onas, caribes, guaraníes, mapuches, emberas o cualquier otro, son importantes para reivindicar esa identidad robada:

«Aquí pues he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.
Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante.
Yo, venido de la noble tierra americana declaro que el hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
Yo, venido de la noble tierra americana declaro que el hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.
Yo, venido de la noble tierra americana declaro que el hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea, vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.
Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? ¡Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
Yo prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan ‘MARSHALLTESUMA», para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la medicina, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional? Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.
Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.
Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300.
Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.
Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?
Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.
Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica…Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota tal que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales.
En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con la que mataron al Poeta.
Pero no podrán.
Porque esa bala es el corazón de Europa.
Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: despertar.”

Cataluña, mañana, será republicana

Falta saber cuándo llegará ese día.

Tras una especie de representación teatral seguida con expectación por políticos, partidos, medios y gentes de dentro y fuera de Cataluña, parece que la obra no ha obtenido todos los aplausos que se esperaban.

El guion ha cambiado desde el 1 de octubre y la puesta en escena, pese a tener el mismo protagonista principal, ha sido otra distinta a la que estaba en el libreto.

Mañana, España será republicana

Si la producción hubiera estado bien programada; si los estudios hubiesen planteado la obra con tiempo; si se le hubiera explicado con argumentos, pros y contras a las y los espectadores no directamente implicados en la representación; si el director y los responsables de fotografía, vestuario, sonido y demás técnicos se hubieran puesto a la tarea de construir en conjunto el texto y repartir con juicio los papeles protagónicos, y si se hubiera contado con todo el equipo actoral del país catalán, tal vez estaríamos hablando de un verdadero éxito de público, de taquilla y de reconocimiento en los festivales internacionales.

Ahora nadie sabe cómo será el siguiente acto. Si habrá representación o no, si será respaldada por el teatro y sus directivos o si el elenco romperá sus papeles y no querrá ser parte de una pantomima mal realizada.

Creo que llega la hora del diálogo sin máscaras, que sería bueno poner las cartas sobre la mesa y empezar a conversar sobre realidades que no se pueden demorar en abordar pero que tienen que ser llevadas a cabo con el beneplácito de la afición, del local de comedias y de demás entes y personas afectadas en todo el espectro de la función.

Autorizar un nuevo referéndum sobre el espectáculo, que se pueda realizar sin ataques de los acomodadores armados para ver de verdad qué aforo tiene la sala, quiénes quieren tomar asiento en el patio de butacas o en la platea y quiénes se quieren subir al escenario o quedarse entre bambalinas.

Con todas las garantías de participación, de legalidad y de legitimidad será posible hacer una buena trama que contemple las demandas de los unos y los prejuicios de los otros.

Y después de los resultados se podrá saber si la obra sigue adelante y en qué condiciones quedan sus protagonistas, cómo se reparten los papeles y dónde será representada. Si todo va bien, tendrá el respaldo que se merece y el aplauso de la audiencia. De fuera y de dentro de Cataluña y sus teatros.

El título: Cataluña, mañana, será republicana; los protagonistas: el pueblo de ese ente territorial que puede convertirse en país independiente; el público: las gentes de todo el Estado español que se podrán ver como verdaderos sujetos activos, dialogantes y demócratas; la dirección: los partidos, los nacionalistas de ambos lados y los otros. Los resultados: los que arrojen las urnas tras un verdadero ejercicio democrático.

Tal vez, más adelante, se pueda representar en todo el territorio de esa otra España real y alcancemos lo que muchos deseamos: que España, mañana, sea republicana.

Festival Gabo

Del 28 al 30 de septiembre ha tenido lugar en Medellín (Colombia), la fiesta del periodismo en honor del premio Nobel de Literatura

“De un premio que impulsa las mejores historias a un festival que las celebra”, con este lema se ha presentado la quinta edición de un encuentro celebrado en el Jardín Botánico de la capital antioqueña y otros nueve espacios habilitados, dándose cita más de noventa personas invitadas de veinte países.

Festival Gabo en el Jardín Botánico de Medellín (foto: Iñaki Chaves)

Organizado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), el Festival Gabo cuenta con la colaboración de la Alcaldía de Medellín y los grupos empresariales Bancolombia y SURA. Durante el evento se hace entrega de los premios Gabriel García Márquez que reconocen labores periodísticas en cuatro categorías: texto, imagen, cobertura e innovación. Además, se otorgan los reconocimientos especiales a la excelencia en la profesión, de ámbito internacional, y el Clemente Manuel Zabala (CMZ) a la labor editorial más destacada dentro del Estado colombiano.

De las más de 1.300 postulaciones que concurrieron al premio Gabo, se seleccionaron tres finalistas por categoría. En la categoría texto los jurados Mónica González (Chile), Roberto Herscher (Argentina) y Paulo Werneck (Brasil) eligieron los trabajos de Consuelo Diéguez (Brasil), Alberto Arce (España) y Jorge Carrasco (Cuba). En la de imagen, Germán Rey (Colombia), Claudi Carreras (España) y Ana Cristina Navarro (Colombia) llevaron a la final a Javier Bauluz (España), fotógrafo español ganador del premio Pulitzer; a Consuelo Morales y el equipo de Pie de Página (México), y a Mauricio Monteiro de Cine-Canal (Brasil). Como mejor cobertura, Adelino Gomes (Portugal), Héctor Feliciano (Puerto Rico) y Marcela Turati (México) seleccionaron a Martín Rodríguez, de Nómada.gt (Guatemala); Mary Triny Zea (Panamá), y Hugo Mario Cárdenas, de El País de Cali (Colombia). Y para la innovación, Jean François Fogel (Francia), Daniela Pinheiro (Brasil) y María Catalina Colmenares (Colombia) optaron por: Florencia Coelho, de La Nación Data (Argentina); Germán Andino (México), y María Cristina Castro (Colombia).

Finalmente, los galardones recayeron en: Jorge Carrasco, en la categoría Texto, por “Historia de un paria”, aparecida en El Estornudo (Cuba), sobre un travesti de La Habana; el equipo compuesto por Consuelo Morales Pagaza, Prometeo Lucero, Daniela Pastrana, Ximena Nátera, Marcos Vizcarra, Iván Medina, Félix Márquez, José Ignacio de Alba, Fernando Santillán, Victoria Helena, Daniela Rea, Mónica González, Rafael Pineda «Rapé», Adriana Tienda, Erik Kuru y Lucía Vergara, en la categoría Imagen por “Buscadores en un país de desaparecidos” publicado en Pie de Página (México); en el grupo de El País de Cali (Colombia), integrado por Ossiel Villada, Ana María Saavedra, Hugo Mario Cárdenas, Germán González y Lina Uribe, por su Cobertura de “El mapa de la muerte: 15 años de homicidios en Cali”, sobre la criminalidad en esa ciudad colombiana, y en Germán Andino, hondureño, por su trabajo “El hábito de la mordaza”, publicado en El País de México para la categoría Innovación.

Ana C. Navarro conversa con las personas finalistas de la categoría Imagen

Ana C. Navarro conversa con las personas finalistas de la categoría Imagen (foto: Iñaki Chaves)

El premio a la excelencia ha recaído este año en Jorge Ramos, periodista mexicano del canal de televisión Univisión con sede en Miami, y el CMZ en Fernando Ramírez editor del diario La Patria de Manizales.

Más de quince mil personas han disfrutado de los tres días repletos de actividades y encuentros alrededor del periodismo, con más de cuarenta horas llenas de narraciones en la voz de sus protagonistas y sus profesionales. El festival se presenta como el encuentro de la celebración de las mejores historias de Iberoamérica en torno a la excelencia, la innovación y la coherencia ética. Reconocido como “un evento de ciudad que convoca a mentes curiosas” en torno al periodismo. Esa actividad que según Jaime Abello, cofundador de la FNPI, es “esencialmente ciudadana, una herramienta de defensa de los intereses de la gente y de circulación de información, para tener una sociedad democrática más vibrante”.

Destacadas personalidades de la información y la comunicación, entre ellas dos premios Pulitzer, los fotógrafos Rodrigo Abd (Argentina) y Javier Bauluz (España); algunos ganadores del María Moors Cabot, el premio periodístico internacional más antiguo, como Mónica González (Chile), Martín Caparrós (Argentina) o María Teresa Ronderos (Colombia), y tres premiados documentalistas que han presentado sus últimos trabajos en el marco del festival Marcela Zamora (El Salvador), Tatiana Huezo (México-El Salvador) y Miguel Coyula (Cuba), se han reunido alrededor de las diferentes secciones: “La cocina del periodismo”, con temas que van desde el periodismo narrativo hasta la inteligencia artificial; el “premio Gabo” en la que se conversa con las personas galardonadas con los diferentes reconocimientos; “Periodismo de tú a tú”, en la que once autores han presentado al público sus proyectos periodísticos emergentes sin presencia de intermediarios; las “Obsesiones de Gabo”, en torno a las pasiones del Nobel de Aracataca, desde la música al Caribe, pasando por la cultura popular, y las “Muestras”, con tres documentales y un consejo de redacción en vivo y en directo del portal satírico colombiano Actualidad Panamericana.

De las conversaciones con las y los finalistas sobre sus sentimientos y pasiones en este oficio, resaltaría dos frases pronunciadas por Javier Bauluz: “ponerse en el lugar del otro, es la manera de luchar contra la xenofobia” y que “los periodistas o somos humanos o no somos”. Totalmente pertinentes en estos momentos en los que la humanidad flota entre tormentas de intolerancia y marejadas de políticas excluyentes. Les sugiero visitar su trabajo «Buscando refugio para mis hijos«, por el que estaba nominado al premio.

Muchas de las charlas de esta edición giraron en torno a las narraciones de las múltiples violencias, sobre el instinto de vida, sobre las nuevas formas periodísticas y su papel en torno a la paz y los derechos humanos. Entre esas la charla mantenida por Luz Mely Reyes, de Efecto Cocuyo (Venezuela), con Camilo Jiménez, de ¡Pacifista! (Colombia); José Luis Pardo, de En Malos Pasos (España – México), y María Paulina Baena, de La Pulla (Colombia).

Ma. Elvira Arango, Jorge Ramos y Rosental Alves (foto: Iñaki Chaves)

El premiado Jorge Ramos tuvo un conversatorio con la periodista colombiana María Elvira Arango, directora del programa Los Informantes, y con el brasileño Rosental Alves, director del Centro Knight para el periodismo. En respuestas a las preguntas de sus contertulios, el mexicano conductor de Univisión Noticias afirmó que actualmente los periodistas debemos “cuestionar al poder y resistir” y que estamos “obligados a tomar partido”, sobre todo en temas como los derechos humanos, las mentiras públicas y la democracia. Alabó a Colombia por la firma de los acuerdos de La Habana y por la apuesta por la paz en la que está en estos momentos. Reconoció que una de las cosas que más le gustan de la profesión de periodista es el poder ser “joven y rebelde”. Invitó a las y los profesionales del futuro a dudar siempre de las informaciones “oficiales” y terminó pidiendo, tal como rezaba el título de su charla, que “desobedezcan, siempre desobedezcan”. En mi opinión, solamente un “pero”, sus reiteradas referencias a que «había que hacer algo contra las ´dictaduras` de Cuba y Venezuela»; ¿influencia de su residencia en Miami?

En una charla para celebrar la palabra en nombre de los ausentes, la periodista colombiana Patricia Nieto conversó con Mara La Madrid, psicoanalista argentina y coautora con Juan Gelman del libro Ni el flaco perdón de dios, y con Martha Nubia Bello, investigadora del Centro Nacional de Memoria Histórica (Colombia). El libro de La Madrid, en el que se recogen voces de hijos de personas desaparecidos por la dictadura argentina, ha tenido su segunda edición en abril de 2017, veinte años después de la primera. La coautora ha declarado que ese texto fue una ofrenda de duelo y que apuesta por el poder de sanación que tiene la escritura, y ha afirmado que es de total actualidad por la desaparición de Santi Maldonado, activista argentino por los derechos de los mapuches. Para Bello, trabajadora social de la Universidad Nacional, en Colombia están documentadas 60.630 personas desaparecidas. Que en este caso lo están triplemente, cuando se los llevan, cuando el Estado los niega y cuando la sociedad los ignora. Se cuestiona ¿cómo es posible que haya tantos desaparecidos en democracia? Y asevera que no hay cicatriz de la desaparición, que falta movilización y que la gente se haga preguntas. Porque hasta el año 2000, en Colombia no existía el delito de desaparición forzada y para las asociaciones de víctimas la palabra es lo único que tienen para traer al presente lo que los poderes y la historia quieren borrar. Por eso las tres mujeres que conformaban este panel estaban de acuerdo con el título asignado al mismo, “La palabra es una herramienta de lucha”.

M. Caparrós, A. Morales y M. González (de izqda. a dcha.) (foto: Iñaki Chaves)

También hubo lugar en el evento para la presentación del libro periodístico que el Consejo Rector de la FNPI selecciona para el festival. En esta ocasión ha sido No somos refugiados, del español Agus Morales. Acompañado de Martín Caparrós y de Mónica González, el autor ha presentado un texto que persigue el camino de las personas desplazadas, una crisis global que afecta todo el planeta. A través de México, Siria, Afganistán o el Mediterráneo, el periodista ha convivido y preguntado a las y los protagonistas de estos desplazamientos para poder entenderlos y escribirlo.

Para Caparrós, la obra muestra que «los verdaderos profesionales de la información son los que narran, no los que hacen productos». Y para González, «los impedimentos para realizar buenos trabajos están en la mente, no en el género.»

Además, entre las actividades paralelas, once talleres para ahondar sobre temas como: las salas de redacción del futuro, cómo contar historias en un mundo multiplataforma, la radio en este siglo, la visión y la expresión fotográfica o la ética en el periodismo e internet.

En los tres días del festival se ha podido visitar la exposición del fotógrafo documentalista colombiano Federico Ríos. Instalada al aire libre a la entrada del Jardín Botánico, estaba formada por cincuenta imágenes, de las más de mil que tomó durante su recorrido, que constituyen una mirada distinta a la otra Colombia. Ese viaje le permitió comprobar, según confesó a Germán Rey durante la charla que sostuvieron en el festival, que “Colombia es más territorio que Estado” y que, pese a todo lo que le embarga, sigue siendo “Un país de generosidad inmensa” que le llena de esperanza y de ilusión. Su trabajo lo ha realizado con un celular porque el proyecto, denominado #Transputamierda, habla de movilidad y de confrontar épocas: las redes sociales modernas con las tradiciones rurales.

Durante el evento, el periódico El Espectador y el Museo de Antioquia han presentado, en la sede de la pinacoteca, la exposición «130 años de historia«, un recorrido por los hechos más importantes, nacionales e internacionales, recogidos por el periódico en sus trece décadas de existencia.

Instalación en homenaje a Gabo presentada por El Espectador

Instalación en homenaje a Gabo presentada por El Espectador (foto: Iñaki Chaves)

El cierre del Festival Gabo 2017 ha estado a cargo de Totó la Momposina, quien ha puesto la música a las letras. Un homenaje a una de las grandes pasiones del genial García Márquez. El día anterior concedió una rueda de prensa para hablar sobre su concierto homenaje a Gabo y la importancia de la música no sólo para la literatura, sino también para la existencia y la convivencia pacífica.

En la clausura, Abello reconoció que “este es el momento culminante de un año de trabajo entre Cartagena y Medellín para ofrecer el resultado de un proyecto de ambiciones globales: impulsar a periodistas y medios de lengua española y portuguesa de las Américas, España y Portugal, bajo la aspiración de hacer el mejor periodismo del mundo”.

El reto es grande, las ganas son muchas y las perspectivas, por lo visto en el festival y a pesar de las crisis, son esperanzadoras.

Ciudadano Felipe, así no se hace democracia

Después de los actos vandálicos por parte de las fuerzas del “orden público” del pasado 1 de octubre; tras las estupideces de un gobierno de miras estrechas; las burradas de algunos políticos de viejo y nuevo cuño; los desvaríos periodísticos de algunos “profesionales” y sus medios; el mensaje bochornoso del llamado rey de España, y la penosa imagen del país ante sus asombrados pobladores y frente al mundo; va siendo hora de ejercer la verdadera democracia, participativa y ciudadana.

Concentración el 2 de junio de 2014 en la puerta del Sol de Madrid (archivo FSC-CCOO)

Para ello, sería bueno que el actual jefe del Estado, descendiente de una dinastía acostumbrada al poder, aunque no le sirva para ejercerlo “para, con y por el pueblo”, diera un paso al frente, tal como le debieron enseñar en esos tres ejércitos de los que ostenta graduación, y ofreciera ser cabeza de una renovación democrática tan necesaria como justa.

Es tiempo de cambio, ciudadano Felipe. Dé muestras de la grandeza que se le supone y promueva una consulta para decidir qué quieren ser las y los españoles: monarquía o república. Y a partir de ahí, iniciar un proceso que conlleve a una reestructuración del Estado para que sus nacionalidades se pronuncien y decidan qué quieren ser y cómo lo quieren alcanzar.

Las identidades, desde el diálogo y el respeto, se comprenden. Negocian, base primaria de la política bien entendida, y alcanzan acuerdos programáticos que deben llevar el respaldo de la ciudadanía.

Ciudadano Felipe, como dije en una nota que le dediqué cuando su padre iba a abdicar, “sería toda una demostración de responsabilidad moral, social y política.”

Creo que mis palabras de entonces tienen igual vigencia, aunque es cierto que el panorama en el Congreso ha cambiado un poco con otras fuerzas más cercanas a la ciudadanía, y son igualmente aplicables a estos momentos de zozobra a los que nos han abocado ciertos políticos trasnochados que gobiernan en algunos territorios del Estado español. Usted también tiene su parte de responsabilidad. Por pronunciar un discurso fuera de lugar y por no tener el valor, ese que dicen “se le supone” cuando uno presta el servicio militar, de ponerse a la cabeza de la crisis, ésta sí verdadera y preocupante, con una postura más dialogante y conciliadora.

Ciudadano Felipe, ejerza de demócrata y vote por una solución pacífica y justa para el país que encabeza. En mi opinión, debería usted permitir votar por la República.

Transcribo lo que manifesté en aquella ocasión:

Todavía no habrás asimilado la abdicación y ya te habrán pitado más de una vez los oídos. Paisano Felipe de Borbón, como ciudadano que cree en la renovación, en la buena fe y en los actos altruistas, y que piensa que la ciudadanía universal llegará algún día, te sugiero que hagas un acto de reflexión y veas y escuches al que, supuestamente, es tu pueblo.

Oye lo que gritan en las calles, observa las manifestaciones y pon atención a lo que reclaman esas gentes que han aguantado durante treinta y nueve años una monarquía impuesta. Eso antes que cerrarte en banda y seguir el rumbo que marcó aquel que se alzó contra la legalidad establecida y usurpó el país a base de militarismo y dictadura.

No te dejes guiar por los que están en la carrera de san Jerónimo, ellos no son los verdaderos representantes sino otros usurpadores que se arrogan hacer lo que les viene en gana amparados en que el pueblo les ha puesto ahí. Aunque sea de una manera un tanto torticera han salido de las urnas de una pseudodemocracia que nada tiene de participativa y bastante poco de representativa.

Pero tú ni siquiera has pasado por el proceso de una elección, salvo la designación a dedo y por herencia que te da tu padre. A él le agradeceremos algunos de los servicios prestados y le seguiremos demandando que responda por los mal hechos, y le pedimos que no abdique para mantener lo que el pueblo no ha elegido.

Felipe, al menos date el gustazo de ser tan noble como se supone que te reviste tu cuna y cede tu silla a lo que la ciudadanía elija. Presenta al gobierno tus cartas de verdadero demócrata y convoca reunión extraordinaria del Congreso para proponer una consulta en torno a la forma del Estado: monarquía o república, que tus paisanas y paisanos decidan.

Puede ser que los grandes del bipartidismo sean «fieles y leales» vasallos de la monarquía. Del pp era lo esperable, están bastante pringados en un montón de fraudes y malversaciones pero siempre se sitúan del lado de la «normalidad democrática». Palabras huecas. Del psoe, otro tanto. Hablan de renovación, de nueva izquierda, y siguen siendo los mismos falsos de siempre que nos metieron en la OTAN, que perdieron la oportunidad de tumbar el concordato con la iglesia católica, que fueron «blandos» ante la corrupción y otras bagatelas y que iniciaron los recortes sociales que han llevado a la sociedad a esta crisis de difícil salida. Ambos se han plegado siempre al poder del más fuerte y al viento que más sopla. Unos pedían que nos sumáramos al cambio, sin decir cuál era, y los otros vuelven a perder la oportunidad de que, treinta y dos años después, demuestren que realmente estaban «por el cambio».

En la posibilidad de votar por la República está el verdadero cambio. Porque el pueblo del Estado español es mucho más que esos dos partidos. Son todos aquellos que en las últimas elecciones europeas han elegido otras opciones y aquellos, mucho más numerosos, casi el 60%, que ni siquiera consideraron votar porque no se creen el cuento.

Ciudadano Felipe, mira a tu alrededor y piensa. Pregúntale a Leticia, ciudadana del común que elevaste a la categoría de princesa por el mero hecho de pasar por la vicaría de tu brazo. Tal vez ella esté en condiciones de decirte que recapacites y que hagas por el país, en un sólo acto, más que lo que todos los Borbones hicieron a lo largo de la historia.

Seguro que tienes otros muchos problemas, pero el pueblo, ese al que jurarás lealtad, se merece poder decidir sobre su destino. Y tú ya has disfrutado de más de un minuto de gloria. Tienes en tus manos dejar paso a la verdadera Transición. El pueblo español, con todas sus nacionalidades y todos sus emigrantes, los forzados y los voluntarios, te pide una oportunidad para la República. Era legítima hasta que un golpe de Estado la tumbó. Va siendo hora de levantarla.

Te invitamos a brindar por la Tercera.

La democrática España

Mostrando al mundo cómo se ejerce la democracia

Han bastado unos actos de expresión ciudadana, independientemente de que la convocatoria de referéndum haya seguido o no cauces reglamentarios y haya contado o no con el consenso de la población, para ver cómo es la democracia española.

Desde fuera, el panorama que se vislumbra es desolador en lo político y crítico en lo social. Las preguntas se suceden, ¿cuál es el tema con Cataluña?, ¿por qué quieren votar y por qué no les dejan?, ¿qué hace la policía comportándose así?

Lo ocurrido en Cataluña el primero de octubre es para echarse a llorar. A sollozar de pena y de vergüenza. Lástima por la gente que es apaleada por un grupo de funcionarios uniformados que deberían estar para defender al pueblo, promoviendo la convivencia y la paz en lugar de para golpear a discreción. Y turbación por lo que supone de cara a sentirse y ser vista como una sociedad madura y democrática.

Ni recurriendo a una explicación histórica, y a una constitución que reconoce la particularidad de los territorios que conforman el Estado español, se alcanza a entender el problema.

Vacúnese contra la agresión (foto: Iñaki Chaves)

Las actuaciones policiales han sido desproporcionadas y más propias de estados totalitarios que de un país supuestamente desarrollado y democrático. ¿Seguirán el presidente del gobierno español y sus numerosos adláteres mirando para Venezuela y viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio?

El señor Rajoy ha conseguido con su cerrazón y su pertinaz tozudez lo que parecía imposible: poner a muchas y muchos catalanes y españoles contrarios a la independencia a favor de ella, y a españoles y catalanes anti Cataluña a sacar las viejas herramientas y eslóganes a favor de la unidad de un país que no entienden que sea heterogéneo.

Los pueblos de ese país llamado España deberían estar unidos por sus gentes y no enfrentados por partidismos interesados. El derecho a decidir es legítimo y opinar y manifestarse sobre cuestiones políticas es una necesidad y una capacidad de todo sujeto político. De lo que se debería estar hablando es de establecer un proceso de práctica democrática a partir del diálogo, reconduciendo la discusión por cauces naturales y formalmente establecidos.

Los medios masivos de difusión de noticias tampoco ayudan. Profesionales de los mismos demandan mayor objetividad y que se evite la polarización y la tendenciosidad a la hora de cubrir y dar las noticias. No hacerlo supone agravar la situación. Periódicos, radios y televisiones, salvo honrosas excepciones, abogan más por sus intereses particulares, obedientes de quiénes les patrocinan, que por cumplir con la labor IN-formativa que se les supone.

Porque como rezaba aquella pintada anónima «Allí donde falta la comunicación, anida la intolerancia». ¿Qué ganan los medios con ello? Nada, salvo dificultar la convivencia y crear un clima de intolerancia y exacerbación de prejuicios. ¿Qué perdemos? Todo, o mucho. Entre otras cosas la posibilidad de construir una sociedad más democrática y reconocedora y respetuosa de las diferencias y de crecer y avanzar hacia un federalismo republicano. Claro, esta palabra, como todo lo que suene a “rojo” según las concepciones de una derecha trasnochada, levanta ampollas porque el aguilucho, con su eslogan “una, grande y libre”, sigue enganchando a patrioteros y vendepatrias. Recuerden que encabezaba la portada de la Constitución de 1978.

Pero hay que dejar claro que a palos no se soluciona nada. Actuar violentamente contra la población pacífica, independientemente de sus ideologías y afinidades políticas, es a todas luces excesivo e ilegítimo.

Los países tienen que desarrollarse con autonomía y fijando sus propias miras. Soltarse de lo que no les guste del pasado para construirlo nuevamente a su manera. No es que lo viejo sea malo y lo nuevo bueno, es que, si no terminamos de crecer, si seguimos sin arrancarnos los fantasmas del pasado, que de vez en cuando nos asaltan y hacen temblar, no llegaremos a buen puerto. Por ejemplo, un país que no ha recuperado su memoria histórica tiene un grave problema para edificar su presente y proponerse un futuro. Como diría Bertolt Brecht, “la crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”. Cuando seguimos anclados “entre una España que muere y otra España que bosteza.”

No nos dejan. No nos dejan ver los matices, los muchos grises que pintan la vida entre el negro y el blanco. Catalanistas, españolistas y todos los “istas” que anden rondando romper las vidas otras para mantener las propias, solamente hay una raza, la raza humana. “¡Qué tiempos los que vivimos, que hay que defender lo obvio!”

Ya lo dijo Charles Dickens hace más de ciento cincuenta años en su Historia en dos ciudades:

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto.”

Son muchas las españas que hay en el país, pero gobernantes cerriles, de cualquier bandera o color, se empeñan en que sean dos y enemigas. ¿Nos volverán a helar el corazón?

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