Gabo, protagonista del mejor oficio del mundo

El tiempo pasa muy deprisa. Ya hace dos años que el cronista del realismo mágico se fue volando con sus mariposas amarillas a recorrer el mundo desde otro lugar. Nos dejó las maravillosas narraciones de esas historias imposibles que sin embargo se viven en todos los macondos que pueblan cada rincón de Colombia.

Celebrando a GaboEn estas fechas los homenajes y las palabras de recuerdo se suceden.

La Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que él fundó y presidió, tiene diversos enlaces en su web para honrar la memoria del premio Nobel. Pueden descargar el texto La fundación de Gabo. FNPI, taller de periodismo en transformación, un documento en pdf de 110 páginas que estaba en elaboración cuando acaeció la muerte del maestro. En este libro, el actual director general, Jaime Abello, afirma “El taller de Gabo está más vivo que nunca. La alegría está intacta. Nuestro compromiso es seguir adelante sin perder de vista la brújula original con la que nos dotó Gabriel García Márquez: creer en el periodista como autor, en la ética como condición innegociable y en el poder de las buenas historias para transformar la realidad.”

También se puede acceder a un especial en recuerdo del genial escritor en el que se le dan las gracias al maestro por todo lo que hizo y lo que dejó en herencia. Con artículos de Jon Lee Anderson, Héctor Abad Faciolince, María Jimena Duzán, Gumersindo Lafuente, Fidel Cano, Joaquín Estefanía y otros (as) trece autores (as) y periodistas que aprendieron mucho de García Márquez y que lo expresan en “Una vida de enseñanzas”. Además, cinco textos suyos recogidos en “Las ideas de Gabo”, fotos y vídeos, una decena de citas y un espacio para que cada quien deje su mensaje.

El periódico El Espectador ofrece un libro en ebook, Los viajes de Gabo, que recoge “Relatos inéditos de Gabriel García Márquez cuando viajó por el mundo como enviado especial o corresponsal en Europa.” Con edición en castellano y en inglés y disponible para distintos dispositivos.

Yo quiero dejar mi mensaje y contribuir a su memoria recuperando la entrada que subí al blog el 18 de abril de 2014, al día siguiente de su muerte, y que fue publicada también en la edición digital de Tribuna de los Servicios a la Ciudadanía del sindicato español Comisiones Obreras (http://www.fsc.ccoo.es/webfsc/Actualidad:Titulares:614394–Gabo,_protagonista_del_mejor_oficio_del_mundo).

Colombia ha decretado tres días de luto por la muerte de Gabriel García Márquez y medio mundo llora por este cronista universal. «Yo creo que él nos llenó muchísimas horas de nuestra vida con su escritura. Así que, como dice el homenaje que desde hace tiempo le venía dedicando la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, celebremos a Gabo», nos propone el autor de este artículo.

Homenaje a Gabo

Homenaje a Gabo en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá

Pese a que era la crónica de una muerte anunciada, nos hemos quedado como un náufrago sin su relato o como un hijo al que le dan la noticia de un secuestro. Estaremos huérfanos.

El coronel no tendrá ya quien le escriba, ya no saldrá más el general de su laberinto, nos dejará más de cien años de soledad y no nos consolarán ni doce cuentos peregrinos.

Contribuyó como pocos a la salvación del mejor oficio del mundo. Una profesión que no podrá honrarle lo suficiente ni devolverle todo cuanto le debe, aunque él no creo que lo hiciera para verse recompensado por ello.

Como dice el editor y prologuista del libro Gabo periodista, su periodismo fue y será «una escritura esencial, una práctica diaria, acaso el taller en el que se forjó buena parte de su literatura”.

Un gran cronista, género que elevó muy alto y que deberíamos reivindicar como natural de estos lares y que se ajusta al realismo mágico que inunda el aire de las letras latinoamericanas; y un gran periodista comprometido con la educación o un educador comprometido con el periodismo, el de verdad.

Esta primavera de 2014, en una mala hora, le ha llegado el otoño al patriarca de las letras hispanas; en estos tiempos del cólera nos dejará su amor por la palabra y por esa ética que él decía que debía «acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón”.

Nos regaló las memorias de sus putas tristes, nos contó del amor y otros demonios, nos asustó con la abuela desalmada y su cándida nieta y nos dijo que había perros azules corriendo entre la hojarasca.

Ha vivido para contarnos un montón de cosas buenas. Cuentista, literato, guionista, entrevistador. Sobre la entrevista escribió una de sus Notas de prensa que tituló «¿Una entrevista? No, gracias”, publicada en 1981, y que empezaba así:

«En el curso de una entrevista, un reportero me hizo la pregunta eterna: ‘¿Cuál es su método de trabajo?’. Permanecí pensativo, buscando una respuesta nueva, hasta que el periodista me dijo que si la pregunta me parecía demasiado difícil podía cambiarla por otra. ‘Al contrario’, le dije, ‘es una pregunta tan fácil y tantas veces contestada por mí que estoy buscando una respuesta distinta’. El periodista se disgustó, pues no podía entender que yo explicara mi método de trabajo de un modo diferente para cada ocasión. Sin embargo, así era. Cuando se tiene que conceder un promedio de una entrevista mensual durante doce años, uno termina por desarrollar otra clase de imaginación especial para que todas no sean la misma entrevista repetida».

«En realidad, el género de la entrevista abandonó hace mucho tiempo los predios rigurosos del periodismo para internarse con patente de corso en los manglares de la ficción. Lo malo es que la mayoría de los entrevistadores lo ignoran, y muchos entrevistados cándidos todavía no lo saben. Unos y otros, por otra parte, no han aprendido aún que las entrevistas son como el amor: se necesitan por lo menos dos personas para hacerlas, y sólo salen bien si esas dos personas se quieren. De lo contrario, el resultado será un sartal de preguntas y respuestas de las cuales puede salir un hijo en el peor de los casos, pero jamás saldrá un buen recuerdo”.

Celebremos a un gran narrador macondiano que, además de una magnífica obra literaria, nos dejó algunas grandes sentencias para la profesión periodística, tan vigentes hoy como cuando las dijo:

«Hay una contradicción, porque cuando el periódico se hacía en forma manual, a máquina de escribir y en linotipo, quedaba tiempo para todo. Ahora, en la época de las computadoras, no alcanzan las horas”
(En Carlos Alberto Giraldo, «El reportaje, la mejor noticia para el lector”, en El Colombiano, Medellín 18 de junio de 1995).

«Los periódicos han priorizado el equipamiento material e industrial, pero han invertido muy poco en la formación de los periodistas. La calidad de la noticia se ha perdido por culpa de la competencia, la rapidez y la magnificación de la primicia”.
(En Boris Muñoz, «La alergia del Gabo”, en Radar, Nueva York. Tomado de Página 12, Buenos Aires, 1996).

«En la carrera en que andan los periodistas debe haber un minuto de silencio para reflexionar sobe la enorme responsabilidad que tienen”.
(En María Elvira Samper, «El general en su laberinto es un libro vengativo”, en Semana, Bogotá, 14 de marzo de 1989).
Todas ellas en Gabo periodista, FNPI, Colombia 2012 (pp. 508-510).

En una ocasión, Septimus escribió en una de sus columnas «jirafa” en El Heraldo de Barranquilla: De pronto se encuentra uno con el amigo que no veía hace mucho tiempo. «¿No te alegras de verme?”, se le pregunta. «No”, responde. «Alguien me dijo que habías muerto y ya me había acostumbrado a no alegrarme cuando te viera”.

Nosotros nos alegraremos siempre mucho por haberte leído y no nos acostumbraremos a tu ausencia.

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